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El capital y los mercados pueden transformar el mundo para mejor

Durante décadas, la filantropía y la inversión se consideraron mundos separados: uno impulsado por la compasión, el otro por la rentabilidad. Hoy, esa dicotomía se ha roto. La inversión de impacto emerge como una forma de capital comprometida con el bien común, capaz de generar retornos financieros y transformar positivamente comunidades y ecosistemas. Es a la vez una estrategia y un movimiento que busca restaurar algunos de los propósitos del capital: servir al bien común.

Como organizaciones de la sociedad civil, transformamos cada centavo en un bien humano. El dinero, en sí mismo, no hace nada; debe convertirse en bienestar.

Solo en EE. UU., se estima que el mercado de inversión de impacto se acerca a los 9 billones de dólares . Con más de 300 000 millones de dólares en activos invertidos a nivel mundial , redirigir tan solo el 1 % a inversiones de impacto social podría cerrar la brecha anual de 2,5 billones de dólares que estiman las Naciones Unidas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), según Rockefeller Philanthropy Advisors . Esta es una oportunidad histórica para alinear el capital con el propósito.

La inversión de impacto es más que una tendencia: es una nueva forma de entender el poder del dinero.

Sin embargo, para la sociedad civil, la inversión de impacto es más que un instrumento financiero: es un puente. Una forma de crear nuevas relaciones de confianza y cooperación con proveedores de capital que buscan algo más que acumular riqueza. Juntos, podemos garantizar que el dinero sea más que un número; se convierta en una fuerza para el bien.

La pregunta no es si el dinero nos hace más grandes, sino cómo nos hace más poderosos para generar impacto.

El valor de invertir con intención

La inversión de impacto se define como invertir con la intención explícita de generar un impacto social o ambiental positivo y medible, junto con una rentabilidad financiera. No es caridad; es estrategia. Es la convicción de que el dinero puede y debe generar beneficios .

Invertir con propósito no se trata de renunciar a la rentabilidad. Se trata de aumentarla.

Según la Red Global de Inversión de Impacto (GIIN) , la gran mayoría de los inversores afirman que sus carteras cumplen o superan sus expectativas financieras y sociales. Algunos aceptan rentabilidades inferiores a las del mercado; otros igualan o superan el rendimiento del mercado con modelos sostenibles e inclusivos.

Aquí es donde las fundaciones y la sociedad civil se unen al capital: para cerrar la brecha entre los mercados de inversión y el bien común. Ayudamos a transformar el impacto de la intención en acción.

La filantropía como catalizador del cambio sistémico

Aquí es donde la filantropía desempeña un papel transformador. Las fundaciones pueden liderar estratégicamente con su profesionalismo, experiencia y redes de líderes del cambio. Pueden movilizar capital privado con un propósito , para contribuir a una transformación más amplia.

La filantropía posibilita cosas que el capital a gran escala no puede hacer hoy, y que puede hacer mañana.

A diferencia del capital comercial, la filantropía puede asumir riesgos, incubar soluciones innovadoras, financiar etapas iniciales e invertir en causas sin retornos inmediatos. En lugar de limitarse al requisito de donación anual obligatoria del 5% en EE. UU., algunas fundaciones utilizan parte del 95% restante de sus activos —históricamente invertidos sin criterios sociales— para multiplicar su impacto mediante vehículos de inversión.

La filantropía y la sociedad civil deben seguir siendo incubadoras de nuevas ideas audaces : soluciones que los mercados tradicionales aún no pueden imaginar.

La inversión de impacto es importante porque abre las puertas para que esas ideas escalen , para que nuevos actores participen en la solución de viejos problemas y para que el capital sea una herramienta de transformación, no solo de acumulación.

La filantropía permite que surjan nuevas ideas en la sociedad civil sobre cómo resolver problemas.

Este capital catalizador puede convertirse en garantías, coinversiones o capital paciente para que nuevas ideas florezcan y crezcan. Es una forma de utilizar todos los recursos de la filantropía, no solo sus donaciones, para financiar lo que el mercado aún no se atreve a hacer, pero que el mundo necesita desesperadamente.

Un ecosistema de estándares y oportunidades

El mercado se está profesionalizando rápidamente. Según la Corporación Financiera Internacional (CFI) , al menos 636 000 millones de dólares se gestionan mediante procesos estructurados de medición de impacto, y más de 400 000 millones de dólares se alinean con los Principios Operativos para la Gestión de Impacto . Herramientas como los Indicadores de Impacto Conjuntos o las métricas alineadas con los ODS ayudan a medir lo que importa.

No se trata sólo de cuánto se invierte, sino cómo y con qué intención.

La inversión de impacto puede adoptar diversas formas: desde depósitos en bancos comunitarios hasta fondos híbridos, contratos de pago por resultados o bonos de impacto. En América Latina, actores como BID Invest aseguran que este tipo de inversiones ya no son una moda pasajera, sino una fuerza transformadora para el mercado financiero regional.

Esto es más que una estrategia financiera, es un cambio de mentalidad. Inversión de impacto:

  • Libera flexibilidad para probar soluciones audaces e innovadoras que podrían no atraer el capital tradicional.
  • Permite el pensamiento a largo plazo , combinando el rigor del análisis de inversiones con la creatividad del cambio social.
  • Energiza a la sociedad civil al conectar recursos con empresas impulsadas por una misión que de otra manera no recibirían capital.

Un lenguaje común: del capital al bien humano

Una de las ideas más poderosas que emergen en el ámbito de la inversión de impacto es la necesidad de un lenguaje compartido entre la sociedad civil y el sector privado. Un lenguaje donde el dinero no sea simplemente una transacción, sino una transformación. Un vocabulario que priorice la confianza, el bienestar y la cooperación a largo plazo, no solo los retornos a corto plazo.

Las organizaciones de la sociedad civil están en una posición privilegiada para convertir el capital en dignidad , educación, vivienda segura y aire limpio. Pero no podemos hacerlo solos. Por eso debemos forjar alianzas más sólidas con inversores que compartan una definición más amplia de valor.

Construyamos un lenguaje común. Un lenguaje donde la inversión signifique solidaridad y las finanzas signifiquen futuro.

El desafío: medir lo intangible

Uno de los mayores desafíos sigue siendo la medición rigurosa del impacto. A diferencia de la rentabilidad financiera, el impacto social y ambiental requiere métricas contextuales y marcos éticos sólidos. Comparar una empresa de energía solar con una de microcréditos no es sencillo. Pero si queremos credibilidad, necesitamos datos. Y si queremos transformación, necesitamos empatía con evidencia.

La gran oportunidad

La inversión de impacto no reemplaza a la filantropía ni al sector público. Pero permite que el capital privado deje de ser parte del problema y se convierta en parte activa de la solución.

La filantropía puede marcar el camino. El mercado puede seguirla. Juntos, pueden cambiar el rumbo del mundo.

Porque al final el dinero se vuelve más poderoso no cuando crece sino cuando da.