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Invertir en democracia: Reflexiones sobre la importancia del pensamiento estratégico

La democracia es un sistema político que se basa en la participación ciudadana y en la representación de las diversas opiniones y perspectivas de la sociedad. Sin embargo, la sociedad está en constante cambio y evolución, lo que significa que las políticas y estrategias que funcionaban en el pasado pueden no ser adecuadas para las necesidades actuales.

 

Por lo tanto, para adaptarse a estos cambios sociales, la democracia debe procurar impulsar un proceso constante de investigación, aprendizaje y adecuación, en el que se determinen las políticas más eficaces para lograr los objetivos propuestos por la sociedad. Este proceso debe incluir la participación activa de la ciudadanía, a través de diversas asociaciones y organizaciones, para garantizar que las políticas satisfagan las diversas perspectivas y necesidades de la sociedad.

 

La gobernanza colaborativa es uno de los pilares fundamentales de la democracia y la buena gobernanza. Esto implica que los líderes políticos, representantes del Ejecutivo, del Parlamento y los ciudadanos trabajen juntos en la toma de decisiones y en la implementación de políticas públicas. Esta colaboración permite una mejor comprensión de las necesidades y perspectivas de la sociedad, y ayuda a garantizar que las políticas sean objetivas, efectivas y sostenibles en el tiempo, cuestión que ayudará a estrechar realmente el vínculo entre quienes ejercen el poder y los ciudadanos.

 

Recuérdese que los signos distintivos de la democracia son el pluralismo y la protección de las personas, de ahí que la construcción de un mundo sustentable e inclusivo depende de que la toma de decisiones incluya a todos los sectores que conforman el tejido social, de ahí que sea absolutamente crucial reconocer que la democracia no es un fin en sí mismo, sino un medio para lograr una sociedad más equitativa y libre. Los derechos humanos tienen por objeto ser el soporte y el mecanismo idóneo para robustecer al sistema político, sin olvidar que el ser humano es el epicentro de la actividad estatal.

 

Siendo la democracia ideal un proceso complejo, dinámico y plural, requiere que se acepte que su evolución obedezca al orden espontáneo, cuya mejora y perfeccionamiento requiere de centros de investigación e ideas que acompañen los acelerados y múltiples cambios, como nota que identifica lo que viene sucediendo en los últimos tiempos a nivel tecnológico, cultural y social.

 

Lo anterior precisa, además, que no existan brechas sociales, al implementarse políticas públicas, basadas, por ejemplo, en las Tecnologías de la Comunicación y la Información, que acentúen el subdesarrollo y el atraso o, incluso, la desconfianza y desconexión entre los ciudadanos y la acción de gobierno. Recuérdese que formamos parte de la sociedad de la comunicación y la información.

 

Para mantener y mejorar la democracia, es necesario contar con centros de investigación que estudien los desafíos y oportunidades que surgen con los cambios en la sociedad y la tecnología. Estos centros pueden producir ideas y soluciones innovadoras que acompañen la transformación social acorde a los nuevos tiempos, conjuntamente con la evolución del sistema político y de las formas que intervendrá para procurar una existencia digna de cada persona.

 

De la misma manera en que las Universidades y Academias han estado presentes para estudiar la realidad y ofrecer su parecer desde un punto de vista técnico, también existen otras organizaciones intermedias, entre el Estado y las personas, capaces de coadyuvar en la interpretación de las reales necesidades y cómo atenderlas eficientemente.

 

Es ahí es donde cobra especial relevancia la sociedad civil para contribuir independientemente al desarrollo de soluciones para los desafíos sociales, económicos y políticos que enfrentan las comunidades. Recuérdese que la democracia es más compleja que el simple acto electoral, ella requiere del pluralismo y la colaboración de todos, organizados o individualmente.

 

Se debe destacar que la sociedad civil tiene una gran capacidad para trabajar de manera colaborativa y generar alianzas con diferentes actores sociales, incluyendo gobiernos, empresas, academias y comunidades. Esto permite la construcción de soluciones integrales y sostenibles a los problemas sociales, en lugar de abordarlos de manera aislada, de ahí que es importante apoyarla realmente, de manera que cuenten con los medios y recursos necesarios para alcanzar su fin.

 

Ese apoyo económico, necesario, no es excluyente, debido a que también el reconocimiento de la actividad de las organizaciones civiles y su divulgación es una tarea fundamental y esencial debido al importante rol que juegan dentro del sistema político. Ello, además, es una manera de que nos involucremos y participemos en un actor de primer orden en el mantenimiento de la libertad y el desarrollo económico.

 

No podemos quedarnos satisfechos con vivir en un sistema democrático, entendido como el antagonista del totalitarismo, pues la libertad, la justicia y la igualdad, como pilares de una sociedad democrática, requieren de un esfuerzo diario y sostenido para mantenerla. Es por ello que la cooperación y la colaboración con esos espacios de la sociedad civil siempre deben existir, pues su independencia respecto al Estado garantiza objetividad en la realización de sus diversos fines, tales como la defensa de los derechos humanos, medio ambiente, educación, salud, cultura, entre otras.

 

Así como los nuevos tiempos han significado cambios en la democracia y las necesidades sociales, también éstos se reflejan en las formas que se presentan esas organizaciones de la sociedad civil, pues además de las tradicionales, hoy en día el acompañamiento y protección de la ciudadanía puede verse en redes sociales, think tanks, canales de YouTube, cuyos fines y medios son tan múltiples como la sociedad misma, ejemplos sobran. Negar su existencia, utilidad y capacidad de interacción directa con las personas sería un grave error.

 

Estas nuevas formas también requieren de la cooperación de todos para persistir en su objetivo de que la evolución de los nuevos tiempos beneficien y arropen a todos los sectores sociales, especialmente en un tiempo marcado por la intención de que el populismo y los totalitarismos destruyan todo lo que tanto ha costado construir a través de la democracia, garante del goce de todos los derechos de las personas.

 

La cooperación y colaboración con esas organizaciones, así como las convencionales, significa en última instancia, una forma de invertir en el afianzamiento del sistema democrático ajustado a los cambios sociales, toda vez que intervendrán en los procesos de participación y toma de decisiones para dar un mayor valor público en lo que se refiere a la ejecución de las políticas públicas. El pensamiento estratégico -necesario hoy en día- está en todas esas organizaciones, cuyo fin es velar porque se satisfagan todas las necesidades sociales, de ahí que sea fundamental apoyarse en ellas para garantizar que las decisiones políticas realmente estén al servicio de las personas, pues incluso éstas pueden presentar toda clase de proyectos que mejoren la calidad de vida de la ciudadanía.